Me enamoré de quien no debía, es cierto,
Como también es cierto que pagué con creces mi osadía.
Elegí pago al contado.
Al pan, pan y a la sangría, sangría.
a desdeñar los jugosos intereses de un largo plazo.
Hipotequé los pocos bienes que me quedaron:
una sonrisa maltrecha,
una mirada ausente,
un corazón en pedazos,
y unas manos vacías.
La vida es un banquero rencoroso.
Una sanguijuela.